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Arquitectos: Juan Pablo Ureta Arquitectos
- Área: 180 m²
- Año: 2021
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Fotografías:Nico Saieh
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Proveedores: Behr, COLORS Chile, COLORS Chile, Concón Maderas Impregnadas, Cutek, FLT, Interdesign, MK, Madmass, Madmass, Nuprotec, WoodArch
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Este proyecto busca cuestionar ciertas nociones sobre el habitar y cómo nos relacionamos con el entorno. Su diseño enmarca un segmento del paisaje para transformarlo en un refugio exterior, poniendo especial énfasis en los elementos estructurales que definen los límites entre lo construido y lo heredado por la naturaleza.
El primer acercamiento al sitio, ubicado en un condominio privado en la costa norte central de Chile, estuvo mediado por abundante vegetación silvestre y por una serie de cúmulos rocosos que se tocaban tangencialmente, generando entre ellos vacíos de diferentes tamaños y formas. Esta imagen fue la inspiración para un diseño que transformó esas piedras en volúmenes habitables y los vacíos en los diferentes patios que forman parte del proyecto.
Casa Las Vizcachas es el segundo hogar de un hombre adulto que espera que en el futuro se convierta en su residencia permanente; esto determinó un programa específico segmentado en 3 bloques. El más grande alberga el dormitorio principal con baño privado, así como el living, el comedor y la cocina integrados; el segundo elemento está destinado al dormitorio de la hija del propietario, una habitación de invitados y un amplio baño. Ambos elementos se tocan tangencialmente, pero sólo es posible transitar de uno a otro a través de las terrazas. Posteriormente, se construyó un tercer volumen ligeramente volcado para albergar un pequeño gimnasio.
El acceso está definido por una rampa y un pequeño patio, configurado por un muro de hormigón visto; al atravesar esta zona, es posible ver el patio central en escorzo. Este espacio es el núcleo de todo el proyecto y cuenta con diferentes elementos que ayudan a potenciar la experiencia de habitar el exterior. Una serie de pasarelas unen los volúmenes y configuran distintas terrazas, complementándose con una elipse de hormigón que hace las veces de fogón y una piscina “sin fin” que en lugar de extenderse hacia el mar, se enfrenta al patio, potenciando su posición.
Todo este espacio está atravesado por una viga de madera laminada de 21 m de largo que, además de soportar toda la estructura de cubierta del volumen principal, “enmarca” una pequeña sección del paisaje. A pesar de que es una casa de playa en términos formales, se aleja de esta tipología volviéndose hacia sí misma. Establece relaciones visuales tanto con el mar como con la naturaleza que lo rodea, pero no se abre completamente a su entorno natural; Esto genera una experiencia diferente, que no está ligada a ir literalmente a sentarse a la orilla del mar, sino que sin embargo ofrece la posibilidad de disfrutar de la playa. Todas las actividades que se pueden realizar en una segunda residencia están sujetas al patio, donde se puede tomar el sol, disfrutar de la piscina o compartir una increíble puesta de sol con amigos.
La casa está construida sobre una losa de hormigón que se eleva desde el suelo. Además de eso, la casa fue diseñada 100% en madera laminada. Todos los elementos estructurales y los muros interiores fueron prefabricados en una fábrica ubicada a 800 km de la obra y transportados en camión. Esta estrategia permitió ahorrar tiempo en la construcción y minimizó el impacto del proceso en el terreno. La estructura principal es de pino laminado, mientras que el revestimiento exterior es de Raulí nervado.
Los interiores, por su parte, se revisten de Coigüe, una elección basada en la intención de crear espacios diáfanos, conectados con el entorno y que propicie el relax propio de un paisaje como este, pero apelando a un lenguaje propio que se aleja de texturas y elementos habituales. La fachada vidriada que divide las áreas sociales con el patio central tiene 9m de largo y se puede abrir completamente, generando un solo gran ambiente en el que los límites de cada área parecen desdibujarse. Sin embargo, gracias a la viga superior, el muro norte diseñado como una celosía de madera y otros elementos estructurales, el espacio queda contenido y protegido.
La naturaleza es un regalo y algo que siempre ha estado ahí y, en este escenario, la casa busca brindar un espacio que entregue cierta sensación de refugio en medio de esta gigantesca e incontenible extensión que es el océano. El proyecto de paisajismo también sigue esta lógica y básicamente consistió en reconocer las diferentes especies nativas que crecen en esta parte del país y generar un sistema de riego eficiente que les permitiera fortalecerse ya que el viento aquí puede ser brutal durante la mayor parte del año. Dentro del perímetro de la casa se utilizó una concha blanca como parte del paisaje, así como una serie de rocas que fueron extraídas del sitio y que ahora forman parte del diseño como reminiscencia del primer acercamiento al sitio, y que a través de la arquitectura fueron mutando hasta convertirse en un refugio.